Acudir actualmente a una ópera y no entender lo que están diciendo los cantantes es algo impensable. Sin embargo, lectores más veteranos posiblemente recuerden que hasta finales del siglo pasado no existía el sobretitulado encima del escenario. Cuando se acudía a una ópera, era indispensable conocer la obra para disfrutarla en toda su plenitud. Pero imaginemos cómo podía afrontarse un título que no estuviera en el canon habitual, o un estreno del que sólo se tuviera la información que aportara el programa de mano.
Para atajar estos inconvenientes, en el año 1983 se utilizaron por primera vez los sobretítulos en el O’Keefe Centre de Toronto. Durante las representaciones de Elektra, de Richard Strauss, La Canadian Opera Company puso a prueba este nuevo sistema. Desde entonces el resto de teatros del mundo siguieron su ejemplo y todos hemos disfrutado de las ventajas que este sistema aporta. ¿Pero qué hay detrás de él?; ¿qué personas se encargan de su elaboración?; ¿cómo se ha adaptado su tecnología para hacer la ópera más accesible a las personas con discapacidad sensorial? A través de este artículo queremos dar respuesta a estas preguntas y mostrar cómo se lleva a cabo todo este proceso en el Teatro Real.