Fotografiando la ópera con Javier del Real

Para empezar les propongo un juego. Imaginen por un momento esta revista sin ninguna de las fotografías que acompañan a los diferentes artículos. No son precisamente pocas. Además de la portada y la publicidad, sólo se vería un fondo blanco cubierto de palabras. Sin duda con contenido muy interesante. ¿Pero a que tendrían la sensación de que falta algo? ¿Que su lectura no resultaría tan agradable? ¿Que sin el apoyo que dan ya no sería lo mismo? De igual manera pasaría con cualquiera de los periódicos que leemos a diario. Estamos acostumbrados a ver miles de imágenes todos los días. En la marquesina del autobús, en las carteleras de los cines, en las portadas de los libros, en Internet, etc. Sin embargo, en raras ocasiones reparamos en quién está detrás de ellas y cómo llevan a cabo su oficio. En esta ocasión hemos estado con alguien cuyo nombre les suena, y de quien ustedes han visto cientos de veces su trabajo, pero sin embargo, es muy posible que no conozcan. Es Javier del Real, y con él repasamos su trayectoria profesional en el Teatro Real, y desde esta misma temporada, también en el Teatro de la Zarzuela. Eso sí, todo ilustrado con las imágenes que ha ido captando durante estos 20 años.

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Madrid era una fiesta, pero…

 La vocación de Javier del Real se remonta a su juventud y su barrio, Carabanchel. Fue al regresar del servicio militar cuando decidí dedicarme de manera profesional a la fotografía. Nos juntamos unos amigos a los que nos unía la misma pasión y decidimos crear un colectivo. Después nos presentarnos al ayuntamiento de Madrid para cubrir las actividades culturales y las fiestas populares de Carabanchel. Resultó que nos aceptaron y ahí empezó mi trabajo, cubriendo todas las fiestas y conciertos durante la Movida Madrileña. Primero para la junta municipal,  y después para la Guía del Ocio y la Hoja del Lunes.

Su mayor relación con la cultura durante estos años estuvo ligada al mundo del teatro, donde formó parte de varios grupos. A lo largo de los primeros siete u ocho años de profesión hice sobre todo fotografía de escena. Trabajaba dentro de varios grupos de teatro, a los que además también les hacía la cartelería. La cultura en el Madrid de aquella época era un florecimiento salvaje.

Como todo en la vida, este momento de esplendor cultural llegó a su fin, y no de la mejor manera. Después de la Movida desapareció todo. Llegué a cubrir en mi barrio seis conciertos en un día. Todas ellos eran gratis. Eso por un lado era positivo, pero por otro negativo. Se pasó del gratis total a tener que pagar, y el público no estaba acostumbrado. Se debería haber hecho todo con más cabeza. La cultura no debe ser gratuita. Las personas que trabajan en ella no lo hacen por amor al arte. Esto provocó una gran crisis y el cierre de muchos teatros. Después continué en los mismos grupos de teatro, pero ya no me daba para vivir, así que tuve que dedicarme también a la enseñanza y a la publicidad.

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Llegada al Teatro Real

En 1997 el Teatro Real vuelve a abrir sus puertas como teatro de ópera. Es poco después de su inauguración cuando Javier del Real comienza su trabajo en el coliseo madrileño. En enero, con el concierto de los Tres Tenores, me encargaron el primer reportaje. En aquel momento no tenían un fotógrafo permanente.

Eran los meses en los que el teatro estaba dando sus primeros pasos, y como todos los comienzos, no resultaron sencillos. Hubo que realizar un gran trabajo para que todo comenzase a rodar perfectamente y ganarse la confianza de los medios. El Teatro Real acababa de abrir sus puertas y todos, a pesar de ser profesionales en nuestro ámbito, éramos nuevos en esta institución. A eso se sumaba que el mundo de la prensa es bastante cerrado y tuve que ganarme su confianza. Tenía que convencerles de que mis fotos iban a ser de calidad para que me reservaran un espacio en los periódicos. De hecho, al principio enviaban a sus propios fotógrafos. Al departamento de prensa en general nos costó conseguir primeras portadas. Poco a poco, con el trabajo de todo el equipo, lo fuimos consiguiendo. Al final, si haces lo mejor que sabes tu trabajo, todo acaba fluyendo, pero fueron difíciles esos tres o cuatro primeros años.

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Proceso y evolución de su trabajo

El proceso de trabajo ha ido variando a lo largo de estos años. Al empezar en el Teatro Real veía muchos ensayos previos. De esa manera sabía qué iba a ocurrir exactamente en cada escena. Sin embargo, poco a poco he ido cambiando de idea y hemos dejado de hacer fotografías en estos ensayos porque hemos visto que se quedaban viejas y apenas se utilizaban. Salvo cuando viene una producción nueva, o un estreno mundial, o un artista muy importante. Sólo en esos casos la prensa nos pide este tipo de fotografías. Con el tiempo y la experiencia me he dado cuenta que cuanto menos sé de lo que va a suceder en el escenario mejores fotografías hago. Si estoy inquieto por lo que voy a ver en el escenario y me sorprende, más receptivo me encuentro  y mejor resultado obtengo.

Algo que llama mucho la atención es la cantidad de fotografías que realiza para terminar llegando hasta nosotros sólo unas pocas. También es un proceso que ha ido evolucionando con el tiempo y el avance de la tecnología. Al principio, cuando se trabajaba con película, se tiraba menos. Ahora, sin embargo, con el digital el diferente. A pesar de tener más seguridad técnica hago mayor número de fotos. La media está en unas 9.000 fotografías por producción. Aunque ha habido producciones en las que he llegado a las 12.000. También depende de la duración de la ópera. Por ejemplo, en la Ciudad de las mentiras no creo que llegue a más de seis mil y pico. A continuación se pasan al ordenador. Es el momento en el que comienza el proceso de selección para elegir las mejores. De unas 1.500 fotografías que tomo por ensayo hago una primera selección y me quedo con 200 aproximadamente. Después hago otra selección y me quedo con 20, que son las que edito para los periódicos. En total, entre los ensayos y las funciones quedan unas 60, en las que aparecen todas las escenas. De todas formas a mí me gustaría que sólo quedaran 12 aproximadamente.

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Trabajo durante las representaciones

Resulta asombroso contemplar la cantidad de personas que trabajan detrás del escenario mientras el público disfruta de lo que está sucediendo en escena. Como si de una pequeña sociedad se tratara, estas personas, perfectamente conjuntadas, trabajan con una precisión de reloj suizo, haciendo posible que toda la representación se desarrolle sin contratiempos. Una de esas personas es Javier del Real, que además de en los ensayos, también toma imágenes de las representaciones. Es un trabajo que necesita del sigilo y el silencio, ya que se va moviendo por diferentes zonas de la sala. Un lugar muy cómodo es el palco real porque está centrado y además no molestas a nadie. Desde allí puedo hacer planos generales y planos cortos. Otro lugar que me gusta es el proscenio, desde el  que salen tomas laterales. ¿Pero y qué ocurre con el ruido? En cuanto al ruido que puede hacer la cámara no es problema, ya que apenas suena, y si es necesario se puede insonorizar, así que no es un inconveniente para las representaciones.

La ópera y Photoshop

El retoque en la fotografía ha sido un recurso que se remonta al s. XIX con la aparición del daguerrotipo. En los últimos tiempos es además un tema que está bastante en boga con la aparición de Photoshop. ¿La fotografía de escena también se retoca? En ocasiones sí. Primero trato de seleccionar las fotografías a las que no les hace falta. Sin embargo, hay ocasiones en las que alguna imagen es muy buena pero aparece con algún defecto. Puede ser por ejemplo que ese día la carlota de un cantante no está bien pegada, o que salga un micrófono cruzado, o una marca colocada en el suelo, etc. En esos casos los quito porque no corresponde a la escena y no es un juego de engaño. Además es algo nimio, y si se dejaran esos defectos sería lo primero en lo que se fijaría el espectador. De todas formas, ningún artista ni director de escena me ha pedido nunca que cambiara o retocara algo para que saliera mejor. Sólo lo utiliza para pequeños detalles que no cambian ni afectan a la escena.

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Fotografía y medios de comunicación

Actualmente, junto con su hija Elena, son los únicos fotógrafos que toman imágenes de las puestas en escena en el Teatro Real. Anteriormente cada medio enviaba a su fotógrafo. Estos permanecían durante los primeros quince o veinte minutos del espectáculo. En varias ocasiones se publicaron fotografías con errores en los pies de foto, los cuales no se correspondían con los cantantes que estaban en escena, o se confundían los personajes. Además, al permanecer sólo durante los primeros momentos de la representación, no se fotografiaba en ocasiones la parte más importante de la ópera. En vista de esto, el Teatro Real prefirió ser él mismo el que aportara las fotografías a todos los medios con la intención de que la calidad del servicio fuera mejor,  y estos fallos no ocurrieran.

La reciente llegada al Teatro de la Zarzuela

Hace tres años que su hija Elena se incorporó a la empresa, lo cual ha sido especialmente necesario desde que a comienzo de la actual temporada también trabajan con el Teatro de la Zarzuela. Elena nos comenta que en un principio sólo me encargaba de la parte administrativa, la página web, la venta de imágenes, etc. Pero poco a poco me fui metiendo de lleno, y sobre todo esta temporada, al estar en ambos teatros.

Ahora, cuando se solapan los eventos de los dos coliseos, algo que ocurre habitualmente, unen sus fuerzas, aumentando de esta manera la calidad de su trabajo. Siempre se consiguen mejores resultados, ya que se suman tanto los puntos de vista, como los puntos fuertes de cada uno, obteniendo un resultado más completo.

Un aspecto interesante que Javier del Real está llevando a cabo en el Teatro de la Zarzuela es una nueva manera de realizar las fotografías. Es algo que se les ha ocurrido tanto a él como a Daniel Bianco. Ahora, además las imágenes habituales, también se llevan a cabo unas sesiones previas a los ensayos con vestuario. Junto con Daniel Bianco hemos pensado que era interesante poder hacer las fotografías de los cantantes posando con el vestuario. De esta manera el trabajo resulta más sencillo y se consigue el mismo efecto que en escena. Además, de esta manera contamos con imágenes mucho antes.

Fotografía y directores de escena

Cuando alguien hace una fotografía está tomando una imagen desde su punto de vista. Nadie percibe las cosas exactamente igual que el resto de personas. Lo que busco principalmente es que sea reconocible la ópera y los personajes que aparecen. No me quiero permitir una imagen reminiscente, por muy bonita que pueda ser, si no enlaza perfectamente con la dramaturgia que ha planteado dirección de escena. Si en el escenario está Rigoletto, quiero que la gente reconozca a Rigoletto, independientemente que éste vaya vestido de chaqueta o vaya vestido de época.

Pero en ocasiones, lo que se está plasmando en las imágenes puede no ser la idea que el director de escena tiene en su cabeza. Esto quizás sea la parte más complicada de su trabajo.  Lo que más cuesta es comprender la idea del director de escena. Sobre todo cuando viene con una idea fresca y nueva. Tienes que saber qué te está queriendo contar. Esto sobre todo me sucedía en la época de Gerard Mortier, y es algo que me motivaba mucho. Es todo un reto. Se trata de contar precisamente lo que él quiere contar. Le tengo que cautivar con mi trabajo para que me deje libertad. Al principio, cuando no me conocían venían con mucha prevención. Estaban a mi lado y me elegían las fotografías. Ahora que ya me conocen me dejan bastante libertad. Un ejemplo es Robert Wilson, que es una persona que cuida mucho la imagen. Las primeras veces estaba muy pendiente de mi trabajo. Ahora ya no, aunque siempre me repite que no quiere ningún plano corto, ya que para él lo más importante es la producción general y no los artistas (Risas). 

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Producciones preferidas de estos 20 años

En estos años Javier del Real ha trabajado en 200 producciones aproximadamente. De todas ellas dice que no se podría quedar sólo con una o dos. Que elegiría unas 20 ó 30. Se han hecho cosas muy interesantes desde el principio. De cada una de las diferentes épocas me quedaría con:

García Navarro:

  • Bohéme, con Giancarlo del Monaco
  • Aída, con Hugo de Ana.
  • Don Qujote, con Herbert Wernicke. Es el mejor director de escena que ha pisado el Teatro Real.
  • Don Carlo, con Hugo de Ana

Emilio Sagi:

  • El Gato con botas, con Emilio Sagi. Es la mejor producción que se ha hecho para niño.
  • L’Upupa und der Triumph der Sohnesliebe, con Dieter Dorn
  • La mujer sin sombra, con Ennosuke Ichikawa

Antonio Moral:

  • Salomé, con Robert Carsen.
  • Katia Kavanova, con Robert Carsen.
  • Tamerlano, con Graham Vick.
  • Andrea Chenier, con Gian Carlo del Monaco

Gerard Mortier:

  • Poppea y Nerone, con Krzysztof Warlikowski. Es un director del que me encantan las imágenes que consigue.
  • Alceste, con Krzysztof Warlikowski.
  • Cosi fan tutte, con Michael Haneke.
  • Los Cuentos de Hoffmann, con Christoph Marthaler.
  • Wozzeck, con Christoph Marthaler.
  • C(h)oeurs, con Alain Platel.

Joan Matabosh:

  • Rigoletto, de David McVicar, que ha sido el más redondo de los que se ha traído al Teatro Real.
  • El público, con Robert Castro
  • Moses und Aron, con Romeo Castellucci.

Javier Martínez Luengo

Reportaje publicado en el Número 38 de la revista INTERMEZZO

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